
Más tarde los hermanos Lumière, partiendo del invento de Edison, crean el cinematógrafo, que además de permitir la impresión de imágenes en movimiento, permite una posterior reproducción de las mismas en película.
El cinematógrafo acaba con el reinado del kinetoscopio, ya que además de permitir la proyección de imágenes resulta ser un aparato portátil, con lo cual permitía retratar la realidad del mundo exterior y los momentos de la vida cotidiana de aquella época.

Finalmente, tras el cinematógrafo de los hermanos Lumière, aparece George Méliès que, fascinado por este aparato, crea su propia máquina cinematográfica, creando así un cine de espectáculo y fantasía con un lenguaje de ficción para el cine del que carecía el cinematógrafo de los Lumière. Su obra más conocida es "Viaje a la luna".
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